Un Resumen de la Amazonia Ecuatoriana

Mitos

 

El mito de los monos del Tereré

Los pueblos de la Amazonía ecuatoriana nos han legado una mitología clave para entender a un país diverso. Sus etnias, como cofán, shuar, siona, quichua amazónico, huaorani, zápara, nos comparten sus seres fantásticos, como la yaku huarmi (mujer del agua) que entrega el poder a los yachac, en medio de los ríos y bajo el amparo del amaru (la boa).

Está Kujanchan, un shuar al que los dioses le entregaron alas para volar, o el nacimiento del mundo, por parte del dios cofán Chiga. Este mito, ubicado en la isla Tereré, pertenece al acervo de los quichuas amazónicos (provincias norteñas).

En este sentido, la presencia de monos estaría vinculada en un sentido astronómico, especialmente en la zona ecuatorial, con la constelación de Orión, la cual está vinculada a los dos astros mayores: el Sol y la Luna, según Karadimas, citado por Santiago Ontaneda Luciano en el libro Las antiguas sociedades precolombinas del Ecuador. Este texto recreado es parte del libro Los dioses mágicos del Amazonas, del autor de este artículo y del proyecto Mitologías de Ecuador:

La selva parecía demasiado pequeña para los dos brujos. Por eso los yachacs viejo y joven supieron -sin decirse nada- que uno no vería el próximo amanecer en el mismo sitio. El cruento combate comenzó. Sería falso decir que los dos no pusieron el mismo empeño en la pelea. Pero, eso se sabe desde siempre, el viejo dominó por la astucia la fortaleza del joven.

Sin embargo, el brujo aprendiz no se sintió derrotado. Ante la mirada del vencedor, arrancó un trozo del monte Sumaco y mientras se marchaba río abajo llevaba gran cantidad de monos y saínos.

En Pañacocha,  en esa parte hermosa del río Napo, colocó la tierra arrancada. El pedazo de la montaña alcanzó para formar una isla y es posible que haya vivido allí. Ahora esa isla se llama Tereré. Los monos saltan como si la tierra arrancada al volcán estuviera viva.

La selva Amazónica funciona como los ‘pulmones’ de la Tierra.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron envió un tweet en el que dijo que “la selva Amazónica – los pulmones de la tierra, que producen el 20% del oxígeno de nuestro planeta – está ardiendo,” una afirmación repetida por actores como Leonardo DiCaprio y la estrella del futbol Cristiano Ronaldo. Esta frase también ha aparecido en reportajes sobre los incendios en la Amazonía, en fuentes como CNNABC Al Jazeera.

Aunque es verdad que los árboles producen oxígeno, también es cierto que lo consumen durante el proceso de respiración celular.  De allí, tanto microbios como otros organismos utilizan mucho del oxígeno generado por los bosques tropicales, finalmente llegando a una producción de oxígeno cercana a cero. El científico Michael Coe, del Centro de Investigación Woods Hole en Massachusetts, dijo a National Geographic que “existen varias razones por las que quisiéramos que la Amazonía se mantenga; sin embargo, la producción de oxígeno no es una de ellas”.   De hecho, según la National Oceanic and Atmospheric Administration, el florecimiento del fitoplancton estacional es responsable por más de la mitad de la producción del oxígeno atmosférico de la Tierra. 

No obstante, los bosques tropicales de América Latina, África y el sudeste de Asia, almacenan aproximadamente un cuarto del carbono del planeta y su deforestación representa más del 15% del total de emisiones antropógenas anuales de gases de efecto invernadero en el mundo.  Además influyen en la manera en que funciona la atmósfera.  Por ejemplo, el vapor de agua que liberan al aire los bosques tropicales ocasionan un incremento de las precipitaciones aún a cientos de kilómetros.

El mito de origen de los Cañaris: la gran inundación y los que se salvaron.

“En la provincia de Quito está una provincia llamada Cañaribamba, y así llaman los indios Cañares por el apellido de la provincia, los cuales dicen que al tiempo del diluvio, en un cerro muy alto llamado Huacayñán que está en aquella provincia, escaparon dos hermanos en él, y dicen en la fábula que cómo iban las aguas creciendo, iba el cerro creciendo, de manera que no lo pudieron empezar las aguas, y que allí después de acabado el diluvio y acabándoseles la comida que allí recogieron, salieron por los cerros y valles a buscar de comer y que hicieron una muy pequeñita casa en que se metieron, se sustentaban de raíces y yerbas pasando grandes trabajos y hambre, y que un día, habiendo ido a buscar de comer, cuando a su casilla volvieron, hallaron hecho de comer y para beber chicha, sin saber de dónde ni quién lo hubiese hecho ni allí traído; y que esto les acaeció como diez días, al cavo de los cuales trataron entre sí querer ver y saber quién les hacía tanto bien en tiempo de tanta necesidad; y así el mayor de ellos acordó quedarse escondido y vio que venían dos aves que llaman aguaque, por otro nombre llaman torito, y en nuestra lengua las llamamos guacamayos. Venían vestidas como Cañares y cabellos en las cabezas, atada la frente como ahora andan; y que llegadas a la choza la mayor de ellas vio el indio escondido, y que se quitó la lliclla que es el manto de que usan, y que empezó a hacer de comer de lo que traían, y que como vio que eran tan hermosas y que tenían rostro de mujeres salió del escondrijo y arremetió a ellas; las cuales como al indio vieron con gran enojo se salieron y se fueron volando, sin hacer ni dejar este día que comiesen. Y venido que fue el hermano menor del campo que avía ido a buscar que comer, como no hallase cosa aderezada como los demás días solían hallar, pregunta la causa de ello a su hermano, el cual se la dijo; y sobre ello vieron gran enojo; y así el hermano menor se determinó a quedarse escondido para ver si volvían. Y al cavo de tres días volvieron dos guacamayas y empezaron a hacer de comer y que como viese tiempo oportuno para cogerlas, entró al tiempo que vio que ya avían hecho de comer; arremetió a la puerta y la cerró y las cogió dentro, las cuales mostraron gran enojo y así asió de la menor, porque la mayor, mientras tenía a la menor, se fue. Y con esta menor, dicen tuvo acceso y cópula carnal; en la cual en discurso de tiempo, tuvo seis hijos y hijas con los cuales vivió en aquel cerro mucho tiempo, sustentándose de las semillas que sembraron, que dicen trajo la guacamaya; y que de estos hermanos y hermanas, hijos de esta guacamaya que se repartieron por la provincia de Cañaribamba, dicen proceden todos los Cañares; y así tienen por huaca el cerro llamado Huacayñán y en gran veneración a las Guacamayas; y tienen en mucho las plumas de ellas para sus fiestas”.

Otras  versiones son las de Bernabé Cobo, casi idéntica a la de Molina, y la de Sarmiento de Gamboa. Los elementos básicos en estas 3 versiones del mito son: el concepto de diluvio, la importancia de un cerro cuya cima no puede ser cubierta por las aguas, la supervivencia de 2 hermanos y la sobrenatural aparición de 2 mujeres que terminan desposándose con los supervivientes para procrear la raza cañari.

Las disparidades en las versiones se refieren a la identidad de las mujeres, a la suerte que corre uno de los hermanos y al nombre de los protagonistas.

En la versión de Sarmiento de Gamboa las mujeres poseen un origen sobrenatural (huaca) porque ellas no han sido afectadas por el diluvio que ha matado a toda la gente en una extensa zona (se destaca el concepto de creación u origen por sobre una población previamente existente). Los hermanos reciben los nombres de Cusicayo y Ataorupagui y uno de ellos se convierte en culebra al penetrar en una laguna, lo que vincula este mito con la Relación de Pedrarias Dávila sobre la existencia de una laguna llamada Leoquina, que según él significa culebra en laguna o Pacaibamba, sitio o lugar de ocultación, escondite, con lo que esta se convierte en huaca, sitio sagrado vinculado con el origen de los cañaris o pacarina.

Se han hecho muchas referencias a posibles sitios en los que los hermanos se salvaron del diluvio y en los que uno de ellos se habría hundido en la laguna. Podemos aceptar una multiplicidad de localizaciones dadas las características del mito andino; sin embargo, hay factores que apuntan a señalar que el sitio considerado como huaca por asociárselo con el sobrenatural salvamiento podría ser el Cojitambo, aunque es más aceptada su asociación con el cerro Fasayñán.

Las referencias a este sitio que encontramos en los autores consultados coinciden con que se trataba de un lugar de enorme importancia (véase por ejemplo el texto de la Relación de Azogues); la tradición oral contemporánea continúa considerándolo como un sitio de carácter sobrenatural unido con el Huahual Shumi a través de un “túnel” subterráneo y, por lo tanto, asociado con Paccha, o la “fuente” en un intento por explicar el origen del agua en el área de Cuenca.

Los hitos del señorío cañari conquistado por los incas se encontrarían entonces en el Cojitambo y en Leoquina o Ataucocha, lo que demuestra de manera clara el empleo de los mitos para racionalizar la ocupación del espacio.

El un extremo está definido por una montaña y el otro por una laguna (que en la concepción mítica andina, permanente en los mitos, sería el mar o el Titicaca). Si trazamos una línea entre estos 2 puntos se atraviesa Tomebamba.

El Tomebamba fue escenario de una gran guerra

Algunos de los más importantes Cronistas de Indias y otros antiguos autores refieren algunos datos de interés sobre la región, particularmente al relatar la expansión del incario y algunos episodios de la ‘historia’ del Tahuantinsuyo, autores como Felipe Guamán Poma de Ayala, Juan de Santacruz Pachacuti, Pedro Cieza de León, Juan de Betanzos, Garcilaso de la Vega el Inca, Pedro Sarmiento de Gamboa, Bernabé Cobo, Cristóbal de Albornoz, entre otros tratan brevemente del área cañari. Los textos que se encuentran en las Relaciones Geográficas de 1582 son de valor dispar y presentan un cuadro ya modificado por 2 acontecimientos traumáticos, la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa que tuvo como unos de sus principales escenarios precisamente a Tomebamba y el área cañari y la conquista y colonia españolas con instituciones económicas como la mita y la encomienda, además del reparto de tierras en toda la zona a partir de una época que antecede a la fundación de Cuenca. Estos hechos impiden observar a esos grupos, posibles señoríos complejos, por lo que es necesario manejar la información con cuidado y comparándola con la disponible en varias fuentes.

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